martes, 11 de abril de 2017

La saeta en Bornos


Exaltación a la Saeta en Bornos

               

Señor Párroco de Santo Domingo de Guzmán y señores asistentes, muy buenas a todos:

Agradecer, antes que nada, al amigo Pablo Baena la presentación que ha hecho de este bonito acto. Sin desmerecer a nadie, creo que es una de las personas que más conoce este mundillo cofrade bornense, y sus palabras siempre son y serán una garantía informativa al presentar un acto cofrade. Muchas gracias, Pablo.

Señor Hermano Mayor y Junta de la Cofradía de la Vera+Cruz de Bornos, la cofradía penitencial de la verdadera cruz, la decana, la más antigua, aquella que ya recordase la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo por las calles del Bornos del siglo XVI. Amigo Alejandro, amigos de la Junta, enhorabuena por organizar este acto.

Ya era hora que la religiosidad flamenca, de nuevo, volviese de lleno a nuestra Semana Santa. Nuestro pueblo siempre fue muy religioso, muy creyente, muy devoto…y, a la vez, muy flamenco en su rezo. Aún recuerdo mi pregón de la Semana Santa bornicha en el año 2005, del que se cumplen diez años, el cual titulé “Pasión Flamenca en Bornos”. En dicho pregón me acompañó el gran cantaor Carlos de Bornos y el gran tocaor Miguel Chamizo, y nos atrevimos a cantar flamenco dentro de la iglesia, en la casa de Dios. Y es que a Dios y a su Madre, creo, se le puede rezar en silencio, hablando o cantando, lo que hay que hacerlo es con respeto, con corazón y con devoción. El resto es formalidad, y todos sabemos que cuando algo sale verdaderamente del corazón, la formalidad queda en un segundo plano. Ocurre en todas las facetas de la vida.

Tengo noticia de que este año, en mi estación de penitencia del Miércoles Santo, varios jóvenes saeteros bornichos van a rezar cantando en la calle. Sólo sé eso. No conozco el contenido, ni el lugar, ni la hora, porque la saeta es un canto íntimo, personal y escondido en el alma como el rezo en sí. Lo que sí puedo reafirmar es que esta pasión sonora y esta forma cantada de lanzarle un llanto a Dios y a su Madre María, como antaño, está renaciendo en nuestra villa de Bornos. Que así sea.
La Cofradía de la Vera+Cruz ha querido que esta cuaresma de 2015 sea la elegida para comenzar un recorrido que, ojalá, se perpetúe en el tiempo y nunca se pierda. La exaltación a la saeta. ¿En qué consiste una exaltación? Su propia nomenclatura lo indica, elevar a alguien o algo a gran auge o dignidad; avivar o aumentar un sentimiento o pasión. Por extensión, la exaltación de la saeta se convierte, a mi entender, en un acto en el que se narran o recitan alocuciones a dicho canto popular religioso, pero a su vez, por qué no, debe ser un acto en el que se deben inmiscuir datos históricos, citas y anécdotas de la Semana Santa propia del lugar. La creencia y la devoción deben ser el eje central, pero ese eje debe girar en torno al mundillo cofrade, que abarca campos más amplios, y al mundillo del flamenco local, por supuesto.

Es mi deseo que este pequeño pregón dedicado a la saeta sea cortito, y no porque las oratorias largas aburran, que aburren casi todas, sino por respeto a la otra parte importante, me refiero a los cantaores. Ellos son los que plasman en la práctica lo estudiado y analizado en papel. Ellos son el real y verdadero resultado de la palabrería que el escritor o poeta de turno publica con su pluma inexperta. Un exaltador completo, sin duda, sería aquel que escribiera y a la vez supiera cantar. No habría forma más exacta de plasmar en papel lo que dice el alma. No es mi caso, lo siento.

Es más, casi me veo obligado a que esta primera exaltación literaria y saetera que se produce en Bornos verse, en casi su totalidad, sobre datos históricos y anécdotas. Al ser el primer año, entiendo que debe ser un documento introductorio a esas otras muchas exaltaciones que, ojalá, repito, organice la cofradía en años venideros. Que sea un pequeño índice de esta enciclopedia tan emocional: el alma sonora dedicada a Dios y a su Dolorosa Madre.

¿Qué es la saeta? Infinidad de poetas han pretendido dar un significado a esta palabra. Oficialmente, una saeta es una copla breve y sentenciosa que, para excitar a la devoción o a la penitencia, se canta en las iglesias o en las calles durante ciertas solemnidades religiosas. De otro modo, la saeta es una jaculatoria que una persona canta en las procesiones. Pero yo me voy a quedar con la magnífica definición figurada que leí hace varios años en un Diccionario Enciclopédico del Flamenco: “La Saeta proviene del latín, de la palabra sagitta, que significa flecha, y es el rezo o plegaria que va dirigida directamente hacia Dios o hacia la Virgen María como una flecha”. O como bien señala uno de los grandes estudiosos del tema, Rafael López Fernández: “La saeta es dardo envenenado de amor divino, que se clava en el ambiente nazareno y en el alma de todos aquellos quienes, arrastrados por unos sentimientos profundamente religiosos, participan y contemplan unos misterios sagrados y conmemorativos, transformados por el arte indiscutible de un pueblo con cultura propia, en el espectáculo más bello y grandioso que el hombre pueda presenciar”. ¿Cabe definición más clara y más bonita? Yo creo que no.

Pero las saetas antiguas no tenían nada que ver con las actuales. Muchos eruditos señalan que es un canto que proviene de la morería y la judería andaluza. Lo cierto es que en los siglos XVII y XVIII las saetas eran avisos morales que solían recitar las comunidades religiosas al pueblo con motivo de algún viacrucis o rezo callejero. El diccionario de la Real Academia Española (del año 1803) define a la saeta como “coplillas sentenciosas y morales que suelen decir los misioneros, y también se suelen decir durante la oración mental”. El nacimiento de la saeta popular -cantada propiamente por el pueblo- data aproximadamente del año 1840. Esas saetas primitivas conmovían por su entonación grave, por su pausa y por su monotonía. Además, eran pobres en su ejecución. En varios pueblos de Andalucía estas coplas de pobre ejecución fueron transformándose hasta crear saetas autóctonas y más elaboradas.

La saeta que conocemos hoy día, la flamenca, la que se canta por seguiriyas o por martinetes, se divulgó a comienzos del pasado siglo XX. Nació a finales del siglo XIX en la zona de Jerez de la Frontera, después pasó a Sevilla. Muchos teóricos y entendidos en el tema contemplan como creadores de la actual saeta flamenca a grandes artistas. Varias tesis dan como creadores a Enrique el Mellizo, a Manuel Centeno, a Manuel Torre, a La Serrana o al gran Antonio Chacón. ¡Sí, señor!, varios estudiosos afirman como creador de la saeta flamenca actual a don Antonio Chacón.

¿Y por qué acentúo a este artista flamenco? Pues lo hago porque Antonio Chacón García, considerado uno de los más grandes de la historia del flamenco, al que muchos tildan como el creador de la saeta flamenca, tiene sangre bornicha. Este cantaor, bautizado en Jerez, muy posiblemente nació en Bornos. Lo que sí es cierto -y ya está totalmente confirmado- es que el gran artista fue hijo del bornense y célebre zapatero del mismo nombre Antonio Chacón Rodríguez. Este dato lo averiguó el pasado año 2011 un gran crítico e investigador del flamenco como es Manuel Bohórquez. También la madrina de bautizo de nuestro artista Antonio Chacón fue la bornicha María Armario (de esta última se dice que, posiblemente, sea familiar ascendiente de nuestro gran Carlos Armario “Carlitos de Bornos”). La sangre bornicha en la raíz del nacimiento de la saeta flamenca. ¡Qué dato tan importante! ¡Un dato que muchos pueblos querrían para sí! Bornos siempre nos sorprende…

Aunque tampoco debe sorprendernos eso de que nuestro pueblo haya estado siempre tan ligado a la música y, concretamente, a la raíz de lo flamenco. Nuestra villa fue morada de grandes músicos y cantores religiosos. Como deja constancia la importante documentación que existe del monasterio de los jerónimos; o como se deja constancia en los preciosos villancicos que cantaban los franciscanos y que eran muy del interés de doña Frasquita Larrea en su diario de viaje; o como dejan constancia los bellos motetes angelicales que entonaban las monjas clarisas de nuestro pueblo. Sirva como ejemplo, también, aquello que escribiera el académico Manuel Pérez Regordán: “En el siglo XIX, en la provincia de Cádiz, el mayor índice de pianos por habitante correspondía al pueblo de Bornos”. Ello define con gran claridad el ambiente romántico que respiraba este nuestro pequeño rinconcito gaditano.

Todos sabemos la gran relación del flamenco y el pueblo gitano. La saeta moderna, la cantada por seguiriyas, nació en el ambiente gitano del Jerez de finales del siglo XIX. Pues bien, existe un censo de población del año 1783 en el que destaca los asentamientos gitanos en la provincia de Cádiz, y en él se puede leer que existen cuatro importantes asentamientos gitanos: Rota, Sanlúcar de Barrameda, Bornos y Jerez de la Frontera. Esos eran los cuatro puntos gitanos del Cádiz del siglo XVIII. Creo que es un dato que aclara mucho las cosas.

Antes hemos hablado de Antonio Chacón, de su sangre bornicha, de su posible relación con la creación de la saeta flamenca, pero también podríamos hablar de uno de los mejores y más entendidos saeteros de la historia: Don Antonio Mairena. La abuela de don Antonio Mairena se llamaba Carlota Vargas y era también natural de Bornos. Nuestro pueblo, repito, fue y es un lugar muy religioso que respira, a la vez, una esencia muy flamenca en su entorno.

Como apunté al comienzo de esta exaltación, este año de 2015 son varios jóvenes saeteros bornichos los que van a volver a rezar cantando en la calle. Van a intentar recuperar la gran tradición que siempre hubo en la noche de nuestras calles encaladas, en la noche de nuestras tejas árabes, en la noche de nuestra luna de cuaresma. Ese renacer de la saeta en nuestro pueblo nos hace retroceder en los recuerdos que avivan el sentir de aquellos saeteros antiguos de Bornos. Hubo muy buenos saeteros bornichos allá por los años 40, 50, 60 y 70 del siglo XX, como por ejemplo José Galindo Pérez "El Liqui”. O también su sobrina Francisca Armario Galindo, que provenía de una gran saga familiar de flamencos. O también Rosario Castro “La Chispa”. O también aquel gitano llamado Joselillo “El Quico”. También se podrían nombrar aquellos concursos de saetas que organizaba la Asociación Cultural Amigos de Bornos en el Convento del Corpus Christi, ya restaurado.

Personalmente, por vivencias, yo al que recuerdo bastante bien es a nuestro gran Carlitos de Bornos, porque aún vive y porque es amigo personal. Aunque no se prodiga mucho, aún recuerdo aquella Semana Mayor del año 2007 cantándole a Nuestro Padre Jesús. Y lo recuerdo bien porque esa Madrugá del Viernes Santo me dijo con la gracia que tiene Carlos: “Niño, acompáñame cuando cante las saetas, anda, que no me gusta estar solo, que a mí me impone mucho el Nazareno”. Y cantó las saetas al lado mío con una genialidad de espasmo. Este año 2015, como digo, varios jóvenes van a retomar la saeta y uno de ellos es hijo de nuestro gran Carlitos.

Se ha intentado clasificar la saeta según el contenido de sus letras. La saeta pasional (que expresan el dolor anímico), la saeta narrativa (relacionadas con la pasión y muerte de Cristo), la saeta laudatoria (cuyo fundamento es la alabanza), la saeta plegaria (ejemplo de fe, oración y súplica), la saeta exhortativa (con un carácter inductor y persuasivo). Pero para entender bien la clasificación de la saeta, la estructura más acertada sería la que comprende dos grupos: el primero, las que derivan de los cantos litúrgicos (que serían las saetas antiguas y populares); el segundo, las saetas derivadas de las tonás y seguiriyas (que son las actuales saetas flamencas o modernas). En este último grupo se encuentran las saetas por tonás o carceleras. Y aquí quiero hacer un alto en el camino para contar una anécdota bornicha de saeta carcelera.

Mi amigo y gran artista Carlos Armario Galindo, “Carlos de Bornos”, me contó una anécdota que le ocurrió a su tío Liqui, aquel gran saetero de Bornos que le cantaba todos los años a su Virgen de la Soledad en la Ermita del Calvario. Yo, con el permiso de Carlos, voy a hacer pública esta anécdota porque me parece una historia bastante bella para que quede guardada en la historia popular de nuestro pueblo.

Corrían los años 40, aquellos años de tanta hambre y tanta miseria que hubo tras la Guerra Civil. Puede que fuese el año 1947 o 1948, el año da igual. José Galindo Pérez “El Liqui” fue un magnífico cantaor flamenco de Bornos. Pues bien, se dio el caso que, un mes antes de la Semana Santa de ese año, nuestro cantaor acabó en la cárcel de Arcos de la Frontera. ¿El motivo? El motivo que todos conocemos, había mucha hambre y el resto no hace falta contarlo. Pues bien, llegó la Semana Santa y en la vecina localidad de Arcos se organizó un concurso de saetas. Una sobrina del Liqui, su sobrina Paquita, que aún era casi una niña y cantaba flamenco como los ángeles, quiso apuntarse al concurso. Como no encontró medio para trasladarse a Arcos, acompañada de una amiga de infancia, buscó a Galope el Viejo, aquel hombre que era taxista, y lo convenció. Galope, como ya conocía las dotes flamencas de la niña, sin pensárselo dos veces la llevó a Arcos en su coche. Allí en Arcos, en la zona de la Torre de la Esquina, se apuntó Paquita al concurso. La calle Torre de la Esquina era la zona donde estaba la antigua cárcel de Arcos. La niña cantó una saeta muy bonita y, tras cantarla, cosa de niños, se fue a jugar con su amiga mientras el resto de cantaores terminaban de concursar. De pronto, a lo lejos, Paquita escuchó una voz muy bonita que salía de la reja de la cárcel. Varios presos se apilaron e hicieron una escalera para que José el Liqui llegase hasta la reja, y, con aquella voz tan flamenca, José cantó una saeta por carceleras. Esta fue la letra que se puedo escuchar:

“Soledad, Soledad, dame la mano
por la reja de la cárcel,
que somos cuatro hermanitos,
huérfanos de padre y madre".

Al rato apareció Galope gritando: “Que ha ganao la de Bornos, que ha ganao la de Bornos, que ha ganao la de Bornos…dónde está esta chiquilla…la de Bornos, que ha ganao”. La sobrina de José el Liqui, aquella niña llamada Paquita, ganó el concurso de saetas de Arcos. La niña, una vez se enteró que había ganado, muy triste al escuchar a su tío cantando por la reja de la cárcel, acudió al lugar del concurso donde se encontraba el alcalde, el teniente de la Guardia Civil y el cura. Le dieron el premio y Paquita se agarró a la sotana del cura llorándole y rogándole: “Ay, por Dios, por Dios, que yo no quiero premio, soltad a mi tío, soltad a mi tío, es ése, ése que está cantando por la reja de la cárcel es mi tío, por favor, echadlo fuera, el dinero que me vais a dar a mí lo cambio porque soltéis a mi tío”. Y el cura, con un tono muy bondadoso, le dijo a la niña: “Hija, mira, tú coge el dinero del premio y lo llevas a tu casa que seguro le hará falta a tus padres, que a tu tío mañana, a las nueve y media temprano, lo sacamos de la cárcel y lo llevamos a Bornos”. Y así fue como un saetero de Bornos logró salir de la cárcel. Qué emoción no crearía la saeta de José el Liqui entre aquel público de Arcos para que al día siguiente fuese puesto en libertad.

Otra anécdota de las tantas que tiene este pueblo, aunque ésta es un poco más humorística, nos lleva a retrotraernos a las antiguas Semanas Santas de Bornos. Se comenta que, por azar, confluyen un Viernes Santo de la década de los años 50, en la estación de penitencia del Santo Entierro, dos bandas de música. Una representaba a la Policía y abría el cortejo. La otra banda de música era la de la Guardia Civil, que era la que cerraba el cortejo. Entonces, Joselillo el Quico, un gitanito de nuestro pueblo que cantaba muy bien, se subió a un balcón de la calle Calvario con unos amigos, y éstos le animaron a cantar y dedicar una saeta a Jesús Yacente, que era el paso que más respeto infundía en la Semana Mayor de Bornos. Joselillo el Quico se resistía porque entre tanta policía abriendo el cortejo y entre tanta Guardia Civil cerrándolo pensaba que si algo salía mal lo iban a meter en la cárcel. Pero al final lo convencieron y Joselillo le dijo a sus amigos: “Ustedes sois los responsables si después de esto que voy a cantar vienen a por mí”. Y cantó la siguiente saeta:

"Jesusito de mi alma,
qué bien acompañaíto vas,
si buenos son los de “alante”,
más buenos son los de atrás".

Otra saeta famosa que el pueblo de Bornos hizo suya, a comienzos de los años 60, coincidía con el abandono que a finales de los años 50, por mayoría de edad, llevó a cabo la Junta Directiva del Santo Entierro. Los viejos dejaron paso a los jóvenes y la cofradía retomó su andadura con un nuevo Hermano Mayor, don Francisco Aivar Martínez (conocido como “Francisco el Ditero”). Y el pueblo de Bornos se aprendió de memoria la siguiente letra saetera dedicada a la Cofradía de la Soledad. Y decía así:

"Los ricos te abandonaron
y los pobres te acogieron,
tienes que salir a la calle,
aunque sea sin dinero".

La saeta, desde luego, ha cautivado a muchos escritores y poetas, y la mayoría de ellos han sido cautivados para piropear a este canto, porque sale de la verdad, del interior, de lo real, de la pasión humana. Uno de los poemas más célebres que explican el sentir de la saeta corresponde a esa serie de estrofas redactadas por un grande entre los grandes: Don Antonio Machado. Un poema que después fue interpretado por Juan Manuel Serrat, el cual lo hizo universal. Hoy, ni más ni menos, este poema es una bella marcha procesional:


"¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Es la Saeta el cantar,
al Cristo de los Gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la Cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
a Jesús de la Agonía,
es la Fe de mis mayores.

No eres tú mi cantar,
no puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del Madero,
sino al que anduvo en la mar".

Este poema es un auténtico himno triunfal, es un auténtico signo de vida y de Resurrección. Fijaos como termina: "No eres tú mi cantar, no puedo cantar ni quiero a ese Jesús del Madero, sino al que anduvo en la mar". ¡Genial!

La Saeta, la mayor expresión sentimental de un pueblo. La saeta, el dolor y calvario de Cristo. La saeta, la angustia, la amargura, la soledad y el dolor del corazón de María. La saeta, fiel cireneo musical que con su quebranto quiere ayudar a llevar la Cruz de Jesús. La saeta, mano flamenca que quiere darle pañuelo a la Madre de Dios. La saeta, perfume y fragancia popular de la Cuaresma y de la Semana Santa. Y lo que está claro es una cosa: la saeta, creación cristiana y andaluza.

Repito mis palabras del principio. Esperemos que este acto de la exaltación a la saeta perdure en el tiempo, que la Cofradía de la Vera+Cruz lo siga organizando y que, paralelamente, Bornos siga teniendo su Pregón de la Semana Santa. Un pueblo como Bornos, lugar de los pocos en España donde existe un templo dedicado a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, lugar primero en España donde se erigió un templo a la advocación del Rosario en 1493, lugar donde se veneran tan importantes y bellas imágenes de Cristo y de la Virgen María (como la de Nuestro Señor del Capítulo, tercera imagen de Cristo documentada más antigua de América y que la tenemos aquí, en nuestra Parroquia), lugar donde se produjo el comienzo de aquella aventura que fue el Primer Viacrucis de España en 1518... Un pueblo como Bornos merece su Pregón de Semana Santa.

Señores, ¡un Consejo Local de Cofradías y Hermandades ya! Dejo caer esto, con el permiso de nuestro Párroco y Director Espiritual, para que recapacitemos todos los cofrades bornichos.

Y, antes de finalizar, quisiera despedir este pequeño pregón, que en realidad ha sido un anecdotario histórico más que una obra literaria, con unas saetas que he redactado y cuya temática central son nuestras imágenes de culto existentes en la Semana Santa de Bornos. Aquí las inserto y recito para su uso público:

Saeta al Cristo del Martes Santo

Ya suenan las alpargatas,
ya se ha muerto mi Jesús.
Qué respeto y qué silencio
los negros de la Vera+Cruz.

Saeta a la Virgen del Martes Santo

El más antiguo rostro
que mora en este lugar
es el Remedio de su Hijo.
Al tercer día lo verás.

Saeta al Cristo del Miércoles Santo

Cuando te miro la espalda
¡qué me duelen tus herías!
Y con el sayón romano
más me duelen todavía.

Saeta a la Virgen del Miércoles Santo

En la calle Granada
sobran farolas encendías.
Esta calle se ilumina,
con el corazón de María.

Saeta al Cristo del Jueves Santo

Quién pudiera, Nazareno,
ayudarte con el maero.
Por la Cuesta del Villalón
va llorando un costalero.

Saeta a la Virgen del Jueves Santo

Con tristeza y con penita,
con el alma apuñalá,
mi Dolores va tan guapa
que hasta su Hijo rompe a llorar.

Saeta al Santo Entierro de Nuestro Señor

Este esparto yo me pongo,
el Señor está muerto ya.
Pasa la Urna del Calvario,
y detrás viene la Soledad.

Saeta a la Virgen del Viernes Santo

Soledad, no llores más,
que en tu barrio está el consuelo,
pues tu Ermita del Calvario
es como vivir en el cielo.


Muchas gracias a todos. He dicho.


Bibliografía:

- Sevilla Penitente. Editorial Gever S.A. Tomo III, 1995.
- Diccionario Enciclopédico Ilustrado. José Blas Vega, Manuel Ríos Ruiz, 1988.
- Diccionario Enciclopédico Ilustr. Provincia de Cádiz. Tomo III. Caja Ahorros Jerez, 1985.
- Memorias de Carlos Armario Galindo.
- Memorias de Antonio Gutiérrez Benítez.
- Archivo Histórico Particular de la familia Gutiérrez Pinto.


Antonio María Gutiérrez Pinto
Bornos, a 8 de marzo de 2015


(Y, ahora, dando importancia al tema central de esta exaltación, vamos a la práctica. Vamos a la verdad. Vamos a escuchar y a deleitarnos con varias clases de saetas cantadas por José Olmo, Alejandro Olmo y Raquel Zapico. Un fuerte aplauso para ellos tres).

Resumen. Vídeo de Manolo Avión.


Canta José Olmo. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Raquel Zapico. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Alejandro Olmo. Vídeo de Fernando Romero.


Canta Raquel Zapico. Vídeo de Raquel.


Resumen. Vídeo de la Hdad. de la Vera+Cruz.


Fotos Hdad. Vera+Cruz en facebook.














Fotos Cofrades de Bornos en facebook.















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