Hasta dentro de dos años en que se cumpla el V Centenario (1518-2018),
seguramente en los distintos medios iremos recibiendo información sobre el famoso
viaje de D. Fadrique Enríquez de Ribera a Tierra Santa, expedición que tendría
como resultado la constitución de los primeros viacrucis de España e
implantados en la villa Bornos y en la ciudad de Sevilla. Los bornichos debemos
estar muy orgullosos con este evento y, entre otros, dos son los motivos más
importantes: el uno, que dicha aventura partió desde el propio Bornos; y el
otro, que la fundación de sendos viacrucis fue germen importantísimo para la
instauración de la Semana Santa tal como la conocemos hoy día con sus escenas pasionistas.
Con esta efeméride nuestro pueblo queda inmerso con letras de oro en la propia
Historia de España, pero en este inigualable rincón de Cádiz también aconteció
otro hecho histórico-religioso de envergadura muy a tener en cuenta y bastante desconocido.
Aprovechando que hace 8 siglos se publicaron las Bulas promulgadas por el
Papa Honorio III, confirmando así la fundación de la Orden de los Dominicos
(1216-2016) -auténticos propulsores del Santo Rosario-, y gracias a este medio
de difusión promovido por la Semana Cultural, quiero dedicar unos apuntes sobre
la introducción del Rosario en España, notas por las que Bornos también queda
inscrito con letras de oro en la magna historia de nuestro país. Nuestro
municipio le tiene mucho cariño a su Patrona, la Virgen María bajo la
advocación del Santo Rosario, pero ¿desde cuándo proviene esa devoción?,
¿existe memoria y fecha cierta?, ¿conocen los bornichos que fue su pueblo el
primer lugar español donde se levantó un templo dedicado a la más importante de
las advocaciones marianas?
El Rosario en sí tiene una prehistoria que abarca desde los martirios de
cristianos en Roma hasta la predicación de Domingo de Guzmán, que funda dicho
ejercicio en el siglo XIII. De todas formas, en tiempos de Santo Domingo no
existía el rosario-objeto devocional tal y como lo conocemos hoy. Existía, no obstante,
un tipo de “contador” para el rezo múltiple del Paternóster. Posteriormente, ya
a finales del siglo XV, comenzaría a extenderse por Europa y comenzarían a
fundarse las cofradías del Rosario (1).
En España, también los predicadores dominicos comenzaron a instaurar las
cofradías del Rosario a finales del siglo XV, y consta la del convento sevillano
de San Pablo (1481) como la más pretérita (2). El Papa Pío V difunde el Rosario universalmente tras relacionar la
Batalla de Lepanto (1571) con la gran victoria de los cristianos sobre el Turco,
triunfo atribuido a la milagrosa intervención de la Virgen del Rosario. En 1573,
el Papa Gregorio XIII estableció el primer domingo de octubre como fiesta de la
Virgen del Rosario a celebrar en aquellos lugares donde hubiera altar o capilla
dedicada a esta advocación. La solemnidad se hizo general el año 1671 para toda
la Iglesia española.
La devoción al Rosario en la provincia gaditana se pensaba que arrancaba
unida a la batalla naval de Lepanto, ya que recientemente se pudo documentar la
existencia en Cádiz capital de una cofradía en torno a esta advocación en 1575.
Sin embargo, se tienen datos de cofradías anteriores a la de Cádiz como es la
del Rosario de Chiclana (3), la cual existía ya en 1551.
Pero falta el dato más curioso e importante. Hace varios años, a mis manos
llegó una revista religiosa, denominada “La Cruz”, fundada a mediados del siglo
XIX por D. León Carbonero y Sol e impresa con censura eclesiástica (4). Pues bien, en una edición de dicha
revista publicada en Madrid, que data del año 1889, se puede leer un artículo intitulado
“¿Qué templo fue el primero en España
dedicado al Santísimo Rosario?”, texto que me gustaría ilustrar de forma
íntegra y literal para que todos los bornenses puedan disfrutar de su lectura,
y dice así:
“¿Qué templo fue el primero en
España dedicado al Santísimo Rosario? Atendida la importancia de la devoción
del Santísimo Rosario, la cual, desde que fue instituida por nuestro glorioso
compatriota Domingo de Guzmán, no ha decaído ni un instante, todo lo que con
ella se relacione no puede dejar de ser interesante y simpático para todo aquel
que se precie de amante devoto de la Madre de Dios, que, inspirando esta
devoción a su siervo Domingo, nos enseñó a honrarla de un modo para Ella tan
agradable y al mismo tiempo tan provechoso para el pueblo cristiano. Dicho esto,
y amando tan entrañablemente todo buen católico la devoción del Rosario de María,
¿no será oportuno inquirir qué templo fue el primero que en España se dedicó a
la Santísima Virgen bajo la hermosa advocación de Nuestra Señora del Rosario,
ilustrando, así, más y más la brillante historia de esta devoción dulcísima? No
ha faltado quien, buscando datos sobre esta materia, haya adquirido algunos tan
respetables y fidedignos que le obligan a creer que la gloria de levantar por
primera vez un templo dedicado al Santísimo Rosario pertenece a la
archidiócesis de Sevilla, que en amor y entusiasmo por la Madre de Dios jamás
permitió ser vencido por ninguna otra de esta nación tan finamente devota y
amante de María. Apenas se hallará un pueblo en esta bendita tierra que no
venere una imagen de la Virgen, a la cual vaya unida una de esas hermosas
tradiciones que ensanchan el alma y la llenan de ternura. ¡Con cuánta razón sus
hijos la han apellidado con sencillo entusiasmo tierra de María Santísima! Como
en premio de esta ternura la Reina del cielo la ha mirado con especial
predilección, multiplicando en ella sus favores, no dejando nosotros de
considerar la admiración y el amor que despertaría en los devotos de la Virgen
una historia mariana de Sevilla y su archidiócesis. Entre estos favores no es
el menor aquel que le fue concedido siendo elegida para erigir en España el
primer templo bajo el título del Santísimo Rosario. En el arciprestazgo de
Arcos de la Frontera, de la cual dista dos leguas, está la linda villa de Bornos
en la más pintoresca campiña que puede imaginarse. Bordeada, por un lado, por
el Guadalete que corre mansamente por entre hermosas huertas y frondosas
arboledas, y a la falda de agreste sierra, semeja, contemplando a distancia su blanco caserío, un ejército de
blancas palomas que se ha posado en medio de aquellos vergeles, donde parece
eterna la primavera. En esta villa fundó, en 1493, el Adelantado Mayor de
Andalucía y Duque de Alcalá, D. Francisco Enríquez de Ribera, Señor de ella, un
monasterio del Orden de San Jerónimo, el cual fue erigido con toda
magnificencia y suntuosidad, siendo desde sus principios un plantel de
observantísimos religiosos, entre los cuales descollaron muchos que han dejado
renombre por sus preclaras virtudes, y no pocos por su reconocida sabiduría.
Una de las condiciones impuestas por el piadoso fundador a los monjes jerónimos
al aceptar éstos el monasterio, era que la iglesia había de tener por titular
el Santísimo Rosario, del cual el piadoso Adelantado era devotísimo. Es innegable
que desde que esta devoción fue establecida por el más ínclito de los Guzmanes,
fue sumamente apreciada en toda la cristiandad; más tampoco puede negarse que
adquirió su principal celebridad en el Pontificado del Papa San Pio V,
especialmente después de la famosa victoria de Lepanto, por lo cual es muy
digno de ser considerado el título que recibió el monasterio de Bornos, cerca
de un siglo con anterioridad a la derrota de la formidable armada turca, que
aconteció en 1571. Después del siglo XVI no pocos santuarios recibieron esta advocación,
pero antes de él, apenas se tendrá noticia de alguno con excepción del insigne
monasterio que hoy nos ocupa. No es nuestra esta afirmación, pues teniendo a la
vista un precioso manuscrito de principios del pasado siglo, titulado “Campos
Elysios Christianos. Historia y antigüedades de la villa de Bornos y su comarca”,
su autor, Fr. Pedro Mariscal, predicador y lector de Sagrada Escritura en aquel
convento de Jerónimos, nos da esta noticia, señalando la importancia de la
advocación que recibiera aquel santo templo aun corriendo todavía el siglo XV.
Venerada como titular, recibía culto, colocada en el lugar preferente del retablo
mayor del monasterio, una imagen hermosísima de Nuestra Señora del Rosario. Hoy
no está allí, con la supresión de la comunidad fue trasladada a la iglesia
parroquial de la villa que le profesa gran devoción. Por su majestad y belleza
tiene fama en todos los pueblos de la comarca, diciendo de nosotros que es la
que más nos ha cautivado de cuantas hemos visto de las llamadas de vestir. La
iglesia que ha motivado estas líneas, doloroso es decirlo, ya no existe: la
impiedad del siglo XIX se ensañó en ella y en el contiguo monasterio con un
verdadero lujo de horrible crueldad. Era de estilo grecorromano, conteniendo
innumerables preciosidades artísticas que han desaparecido. Entre estas últimas
pueden contarse unos gigantescos blandones de metal blanco, notables por su
forma, antigüedad y origen. Procedían de Inglaterra, del templo donde se
veneraron las reliquias de Santo Tomás de Cantorbery, hasta el cisma de Enrique
VIII, siendo adquiridos en aquella época por la comunidad. Hoy están delante
del altar mayor de la parroquia de Bornos, donde también se venera el Santo
Cristo del Capítulo, imagen milagrosísima que poseyó el monasterio. Merced al
furor de los vándalos de ahora, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario del
monasterio de San Jerónimo de Bornos está casi destruida. Han desaparecido toda
la bóveda y las capillas del lado del Evangelio, conservándose por una especie
de milagro las demás, el coro y la bellísima cúpula de la capilla mayor que, como
un monumento fúnebre, se eleva sobre la torre parroquial, el torreón morisco
del palacio de los duques y el campanario del convento de clarisas de Corpus
Christi, fundación del B. Juan de Ribera. El monasterio, casi convertido en
ruinas, es morada de manada de cerdos y de otros animales, que huellan las sepulturas
de los antiguos moradores de aquel claustro, entre ellos la del más ilustre de
los historiadores jerezanos, Fr. Esteban Rallón , hijo y prior que fue de aquella
santa casa. Permítasenos ahora preguntar: si es en realidad la iglesia del
monasterio de Bornos la primera que se edificó en España en honor del Santísimo
Rosario, ¿seria intempestivo aventurar el pensamiento que una suscripción
general abierta entre los católicos españoles la reedificase devolviéndola al
culto de la Santísima Virgen?”.
La verdad, poco más hay que agregar a este artículo fechado en el año
1889. En todo caso, podríamos añadir la confirmación que hace Gaspar Gorricio
de Novara (con fuentes documentales del historiador Sancho de Sopranis), el
cual apunta que anteriormente a la fundación del templo bornense existieron
algunas pequeñas capillas, pero nunca una iglesia bajo dicha advocación
rosariera. Sí, el primer templo dedicado en España a la Virgen del Rosario se
fundó en Bornos el año de 1493 (5), y fue tanta la devoción en nuestra
villa que, incluso, su iglesia principal poseía -y posee- el título de Santo
Domingo de Guzmán, fundador de tan excelso rezo. Los libros de bautismos más antiguos
de la Parroquia están fechados en el año 1532, y ya por aquel entonces el edificio
ostentaba la dedicación dominical (6).
Madre e Hijo, el rezo del Rosario y el rezo del Viacrucis, dos ejercicios
muy extendidos e importantísimos en la cristiandad católica (sino los que más),
y ahí ha estado -y está- nuestro Bornos como protagonista vip de la Historia
General de España. Todo, por supuesto, gracias a la familia Ribera: D. Francisco
Enríquez de Ribera, con el Rosario; y D. Fadrique Enríquez de Ribera, con el
Viacrucis. Ambos fueron hermanos (por parte de padre) y, allá por los siglos XV
y XVI, Señores de nuestra gaditana y bella villa.
Finalmente, por justicia, no me gustaría dejar pasar esta oportunidad
escrita para anotar que, observando algunos títulos del nomenclátor de nuestro
callejero, a todos nos debería dar un poco de vergüenza que estos dos
personajes históricos lleven cinco siglos esperando el reconocimiento del
pueblo al que tanto amaron. Uno de ellos, incluso, está enterrado en Bornos
junto a su mujer, porque así lo dispuso en su testamento por deseo propio.
A.M.G.P.
Semana Cultural 2016
Fuentes
consultadas:
(2)
“El Rosario en Sevilla” - Carlos J. Romero Mensaque - 1990.
(3)
“Los Rosarios Públicos en Tarifa, I" - Espinosa de los Monteros, F. - 2005.
(4)
“Revista religiosa La Cruz” - Tomo I - 1889.
(5)
“Contemplaciones sobre el Rosario de Nuestra Señora historiadas: un incunable
sevillano” - Gaspar Gorricio de Novara -
2002.
(6) “Una aportación a la Historia de Bornos” -
Manuel Barra - 2006.
Portada
de la revista La Cruz publicada en 1889
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Ruinas de Santa María del Rosario en la actualidad
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Ruinas de Santa María del Rosario en 1924 |